Cuando la soledad toca la puerta, es cuando nos encontramos con nosotros mismos...
A veces sentimos la presencia de viejos fantasmas, escuchamos tristes llantos de momentos olvidados, pero lo bueno es que esos días pasan rápido y los que sonreimos con la vida no tardan en llegar...
Sólo saboreando un poco a la soledad se puede sentir al variado matiz de ser nosotros mismos... Nunca nos hubiésemos imaginado que seríamos tan distintos y tan nosotros a la vez...
Hay momentos en que no puedo evitar ponerme triste y soñar con aquello que no tengo a mi lado, pero siempre pienso (o al menos trato) que esos malos ratos no importan, que este es el camino que yo elegí para encontrar mi destino, mi propósito en este mundo, y aunque a veces se ponga un poco áspero haciéndome tropezar y hasta caer, sé que no debo bajar los brazos, ya que mi felicidad está allá adelante y solamente puedo llegar a ella si sigo caminando...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 Comentarios:
Publicar un comentario